sábado, 16 de enero de 2010

Nadie se rie de Dios debajo los escombros...











The Independence of Haiti, the slave rose up against the French, and defeated the powerful French army; the US was able to get the Louisiana Territory… It’s from Haiti that Simon Bolivar left with men, both to go deliver Gran Colombia and The rest of South America, thanks to that Pact with the devil” – Raymond Joseph (Embajador Haiti en USA)




Decían que por brujería miles de seres humanos merecían morir de una manera tan inesperada, decían que el ser humano ha tenido la culpa de cambiar su medio ambiente y volverle un medio dependiente de la voluntad extractiva de algún patán sentado en una silla haciendo del “progreso” su pan de cada día y sus viajes en yate, solamente decían. Del dicho al hecho hay una brecha tan ancha e inmensurable, que no separa la de dos océanos. Pero hay algo que es, hay algo que existe: una desgracia humana por causas inexplicadas y un efecto dominó que se ha llevado miles de vidas debajo de los cimientos de casas pobremente construidas tan solo por el ingenio del sobrevivir.


Treinta segundos que cambiaron el curso, la historia de un pequeño país de gente a quienes el erróneo sentido común de un seguidor de Dios (Pat Robertson) les ha dado calificativos de perversos y herejes. No se lo que serán, no me importa. Lo único que la mente y la razón nos invoca a calificar es: pobres, desventurados pero aún así, el mundo entero ha fijado su atención allí, es mucho más pequeño que mi país, pero sus problemas son quizá mayores que la corrupción o algún otro problema “politiquero” en nuestro país. Es hambre, es pobreza, son un conjunto de situaciones precarias que más remotamente nos trasladan a África en esta parte del continente. Lo tenemos aquí cerquita, un pequeño pedazo.

Los más poderosos y los que pueden un poco se han manifestado en formas exorbitantes e inimaginables; con solamente las imágenes de la televisión, esa misma, la de los aviones haciendo cola para estacionar en un aeropuerto con toneladas de comida, medicina, tiendas y víveres entre otros, nos damos cuenta que el efecto domino, de uno tras otro, que han tenido las casas al caerse una tarde en Puerto Príncipe, así también el calor humanitario de las naciones se ha ido expandiendo, todos para caer sobre esos mismos escombros, y hacer lo que se puede para levantarlos, sacar algún pedazo de vida dentro de ellos, limpiar el terror y el miedo total de la gente que lo ha perdido todo y hacer que un pequeño pero históricamente importante país renazca de sus cenizas, del polvo y de la sangre que sigue secándose en las calles.


Han enterrado a sus muertos en fosas comunes, no queda otra, es una barbarie y la ley de la selva de la vida se ha llevado consigo el luto de muchos, no solo de uno. No hay nada más que hacer que cavar un hueco, meterlos a todos los que fueron, poner un poco de tierra y comenzar de nuevo. Los hospitales están repletos, debajo de los árboles se encuentran cuatro pacientes, con piernas rotas y corazones molidos por la desgracia. Nadie se ríe de Dios, todos le piden ayuda, a Él, a Alá, a Buda… a quien sea. Una mujer con megáfono en mano canta con los que la siguen y se atreven a oírla, por un nuevo amanecer en un país entero que tardará mucho tiempo en despertarse. Un doctor hindú-americano cura a una bebé de 15 días de nacida que fue salvada de los escombros, pero perdió la fortuna de un abrazo maternal. Un broadcaster americano que va a la cárcel y ve que todos los presos se han escapado, para pasar entre los refugiados de la tragedia, cuando en otra vida ellos causaron las mismas.


De ahí a poco son cuatro manos, o más , las que se han movido para socorrer a otro que ha estado buscando ayuda o rescatando a otro que se encontraba en los escombros, no lo es todo, se necesita mas. Por mientras, que los aviones sigan haciendo cola, que estacionen todos, que se desplacen hacia todo el país… El mundo en Haití no ha terminado, comienza uno nuevo, sin cuarteles, sin palacio presidencial y sin mucha de su gente. Suena algo vacío pero se mantiene el espíritu, la fe y la capacidad humana de nacer de nuevo.

3 comentarios:

  1. Dejame felicitarte por la manera fresca en la que escribes, continuando por el titulo que colocastes en el Post, Felicitaciones! , me gusto ;)

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  2. Que se acabe la caridad, y que empiece la justicia, decía el gran Benedetti en uno de sus muchos poemas no-cursis.

    Es irónico que Cuba, un país bloqueado medio siglo sea el que desde hace mucho ayuda al pueblo Haitiano con médicos y hospitales, nó con marines ni "fuerzas de paz" que poco han hecho y harán.

    Haití no cometió la blasfemia de retar a Dios (no se puede retar a algo que no sabemos si existe): retó al imperio, por eso, desde 1804 ha sido constantemente bloqueada, saboteada, jibarizada y tiranizada por los mismos que ahora llenan de aviones su aeropuerto en ruinas.

    Haití duele en el alma, pero no desde ayer, duele desde hace décadas, solamente que recién ocupa primeras planas.

    Saludos, gracias por invitar a leerte, lo haré seguido.

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  3. Haití siempre fue tan pobre, que ahora dicen, que ya no es un país, pero yo digo, que nunca lo fue, ¿por qué?, porque no se puede concebir la existencia de un país en pobreza y en corruptela, que desde siempre no se supo gobernar, que siempre fue sometida por la ambición interna y externa de los que miraron en ella como una forma para abusar. Bloqueada económicamente y mentalmente, nunca respetó la poca democracia que poseía. Su falsa y acabada república, continuamente fue una anarquía. Porque prácticamente, no tenían presidentes ni leyes, y no tenían los recursos ni la gente, que pueda sacar a flote a sus congéneres ¿Es culpa del capitalismo asesino bloqueador de los que osan enfrentarlos?, ¿o es culpa de los mismos Haitianos?, ¿o es preferible no encontrar culpables y buscar una solución? Los Franceses, si tuvieran conciencia humanitaria, no mandaría sólo dos aviones de ayuda, sino, mínimo 100 aviones por lo que históricamente representa en la historia del país más pobre de américa, ¿y que representa Francia en Haití? un país esclavizador que les esclavizó peor que los españoles a nuestra nación, y para colmo, los pobres Haitianos le tenían que pagar una deuda por su independencia y libertad, disculpando la palabra procaz: ¿que hijos de puta verdad?, como si la libertad tuviera un precio ellos comercializaron con eso, negociaron con su dignidad que los haitianos tenían que comprar.

    Lo que azota a Haití no es el terremoto en sí, la cruda realidad, es que lo azota una plaga de actos inhumanos que dieron como resultado un país en caos y desolación, y, prácticamente, convertido en un cementerio hecho país, o en un país hecho cementerio, aunque más seguro es lo primero señalado por lo que dice los anaqueles del pasado.

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